viernes, 21 de noviembre de 2014

Los juegos del hambre. Les puedo asegurar que si hay algo que no soy es ser cholulo y si fui al programa de Guido Kaczka fue porque me insistieron con una invitación y al final fui. Muchas veces se me ha dicho que me gusta figurar y siempre contesto lo contrario, yo no figuro, yo soy figura y no porque me crea importante sino porque tengo la capacidad de ser consciente y responsable de mis actos y por sobre todo hacerme cargo. Lo pensé, lo planee, sabía cuales iban a ser las consecuencias y nada me sorprende. Arregle para ir con unos amigos y al final no pudieron y terminé yendo solo, en las puertas de canal trece ya había gente haciendo cola con sus perros o sus ropas de gala para participar de este programa de televisión, se notaba tensión, nerviosismo, un importante deseo de ganar el premio, un auto y yo debo reconocer estaba tranquilo, fui a observar y divertirme. Y observe. La producción hace su trabajo, te prepara, si te falta algo te lo facilita, te hace esperar, dentro de su cansancio te tratan lo mejor posible. Todos sabemos que la televisión es una picadora de carne, todos sabemos a lo que te expones pero como en todos lados la gente se hace la boluda. De a poco nos fueron acomodando para participar, te miraban la cara, la pilcha, la presencia y así te daban el orden en que ibas a salir, después un productor vino a explicar el juego del auto, las reglas, como había que colocar la llave. La gente ansiosa y desesperaba preguntaba todo, mil veces, cada tecnicismo porque cada uno de los participantes estaba seguro de ganar, el auto era de él, se lo merecía, era suyo. El productor nos dijo a todos los participantes que nos acerquemos y que veamos cada detalle del auto, del juego, ellos no quieren problemas, entienden que es solo un entretenimiento. Una señora mayor muy simpática estaba detrás mío, me conto que vino desde lejos para participar, estaba cansada, agotada, ofuscada pero sedienta de triunfo. Adelante mío había un pibe, alto, muy grande, 20 años tendría, se burlo de la señora, de sus preguntas, de sus necesidades, porque la señora me conto que le hacía falta el auto. En un momento hubo un muchacho que estaba atrás de todo que fue puesto tercero en el juego, si, el que gano. La gente lo abucheo, los participantes estaban indignados, decían que el juego estaba arreglado y nadie reparaba en su propio error. Era un juego. Cuando entre a los estudios del canal entre con el ganar del concurso, hable con él unos minutos, me dijo que estaba nervioso, era la primera vez que iba a un programa de televisión y nadie lo quiso acompañar, quizás este mal que piense esto pero no tenía cara de tener muchos amigos, me dijo que quería ganarse el auto, que lo necesitaba, una cuestión monetaria y posta, el chabón realmente quería ganarlo y se notaba que lo necesitaba. Y se lo gano, y yo me alegre por él. Pero la gente no se alegro, la gente quería ese auto, la gente hubiese matado por ese auto. ¿Por qué? Quizás sea porque estudio psicología que me detengo a observar estas cosas y observo con qué facilidad la gente puede señalar con el dedo, con qué facilidad miras a la minita que tenes al lado porque usa una pollera más corta que la tuya, pero ¿Quién dice que la pollera tiene que ser igual de corta que la tuya?, con qué facilidad señalamos al gordito que está haciendo un burpee en la tele y lo tildamos de pelotudo, total es fácil, los errores los tiene el otro, no los tengo yo, siempre es mas cómodo revolver la mierda ajena que la propia. La verdad que me tiene sin cuidado si les gusto o no lo que hice en la tele, yo fui y me divertí, hice lo que más me gusta que es ser yo mismo, no fui a dejar mi dignidad por un auto que si me pongo a laburar me lo puedo comprar, porque tarde o temprano lo que viene fácil se va mas rápido. Guido me bardeo, ¿Puede Guido bardearme? ¿Tiene con qué? Te puedo asegurar que si quiero lo dejo chiquito como una hormiga a Guido Kaczka, pero tengo valores y códigos y no necesito regodearme en los defectos del otro para demostrar que soy o ser mejor persona. En Twitter me dieron con un caño, “Gordo boludo” “pajero” “inútil anda a laburar”, los mismos insultos en loop. Paradójicamente esa gente que me bardeo ahora me sigue, porque esa gente es la misma que no tiene problema en ir a la televisión a dejar un hígado a cambio de un auto, es la misma gente que se regodea en los juegos del hambre. Sin que vos te des cuenta capaz que mi objetivo lo logre, hacerte pensar un poco, que reflexiones y pienses en la cultura enferma, agresiva en la que vivimos, donde no somos tan libres ni cuidamos tanto al otro. Reflexionemos un poco, reordenemos nuestras prioridades y pongámonos en el lugar del otro, escuchemoslo mas y critiquemoslo menos, posta, ahí capaz no tenemos tanta necesidad de pelearnos por ver quién gana un auto en un programa de televisión. Qué paradójico, ¿no? Habiendo ido a la tele para poder escribir esto y que vos lo leas un poco estoy haciendo todo eso que más arriba critico. PD: Nunca hagan burpees con traje y zapatos, en serio, duele. No estoy tan gordo como en la televisión.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

No sé si muchos de ustedes lo saben pero hace bastante tiempo que soy scout, desde los 14 años para ser más preciso. El movimiento me lleno de muchas cosas, satisfacciones, conocimiento, alegría, sueños, tristezas, enojos y preguntas, muchas preguntas. Este último año me recibí de insignia de madera, el nivel más alto al que puede acceder un dirigente. No sé si muchos lo saben pero también soy homosexual, no lo considero un dato relevante pero a efectos de lo que quiero plantear me parece trascendente. En lo particular no considero que la sexualidad tenga que ser algo con lo que las personas tengan que presentarse, es un detalle, total, uno no anda metiéndose en las sabanas de la gente viendo que hace o dejar de hacer, es más, tampoco es algo de lo que considere deba sentirme orgulloso, es parte mía, como que mido 1,70 mts, como que soy castaño, como que estudio psicología, total ante todo soy Matías, un montón de cosas antes de lo que pueda llegar a hacer en la cama. ¡Ojo!, tampoco es que es algo que de un día para el otro tome con total naturalidad, llevo su tiempo y con 28 años y en los tiempos que vivimos no considero que sea algo por lo que tenga que sentirme juzgado, señalado o que tenga que ocultar, es más, cuando finalmente estuve seguro de mi no necesite darle explicaciones a nadie. El movimiento scout guste o no es un paradigma y plantea el siguiente lema “preparar hombres y mujeres para ser mejores personas” y en este punto me gustaría ser un tanto empírico y pragmático para desarrollar la idea del concepto que quiero plasmar. Cuando finalmente asumí mis preferencias en uno de los primeros lugares que lo plantee fue mi grupo, yo crecí ahí, ahí hice grandes amigos, fue mi segundo hogar y que mejor lugar que casa como para sentirse protegido. Jamás tuve problemas con el tema, nunca un planteo, nunca nada. Pero hay un pero, siempre hay un pero. Cuando me fui a vivir solo yo era jefe de rama, de manada más precisamente, tenía un equipo, funcionábamos de lo mas bien. En ese momento estaba conociendo a alguien, no importa quién, hoy ya no está, pero me pareció bueno, interesante, importante compartir ese algo que a mí me importaba mucho, el movimiento. Recién había adquirido mi licencia de acampe por lo tanto podía realizar una salida educativa bajo mi responsabilidad. Considere oportuno que esta persona asistiera, lo tire como una posibilidad, ni siquiera llegue a comunicarlo a la jefatura del grupo, me pareció bueno, no solo por el hecho de compartir, de quizás sumar a alguien más al movimiento y aparte tener otro recurso adulto en lo que sería mi primer salida como dirigente. No se me permitió invitar a esta persona, particularmente por alguien del grupo que no quería pasar por esa situación ya que no quería pasar por momentos incómodos y ver “cosas raras”. Paso la actividad, tuve una charla con esta persona a la cual le pregunte: - Si fulanita lleva a su novio al grupo, ¿Te molestaría? – No, no me molestaría, es más, lo celebro. - ¿Y si yo llevara a un novio? – No me molestaría, pero yo dejo de ir. Previo a esto tuvimos una charla sobre la cuestión sexualidad, debo decir que dentro de lo natural que tomo esta cuestión hago chistes todo el tiempo y jodo con la gente que tengo confianza. Durante la charla me plantean que esos temas no hay que tocarlos con los chicos, sobre todo con la manada pues no sabes si a la familia le molesta o no, es un tema delicado, es preferible dejarlo de lado. En esa misma salida la manada vio a un par de chicas besarse en una plaza, me lo vinieron a contar como si viesen algo raro y les conteste “¿Y? ¿Cuál es el problema?”, nunca más dijeron nada. Plantee a mi jefatura de grupo la situación y me contestaron “Y bueno, te tenes que amoldar, te vas a cruzar con un montón de gente que piense distinto que vos y no tolere esas cosas”. Paso el tiempo y tuvimos varios roces con esta persona, incluso se me tildo de que me sentía discriminado, siempre plantee que jamás me sentí de ese modo, que me resbalaba totalmente lo que puedan pensar de mi y que el prejuicio a mi criterio siempre es del otro. Mi intención no es juzgar a nadie sino llamar a la reflexión, ¿Realmente somos un movimiento tan abierto como decimos? ¿Por qué ocultar cosas que hoy se viven cotidianamente? Yo me planteo, si realmente somos un movimiento que educa en valores, ¿Por qué un educador QUE EDUCA EN VALORES marca una diferencia, te dice “ESTO ES DISTINTO”? ¿No se supone que un educador te vuelve inclusivo? ¿Acaso marcar diferencias no es un valor negativo? A mi entender si sos un educador y sobre todo un educador en valores enseñas lo que es el amor en todas sus formas, y hay miles, si educas en valores educas para incluir y no para diferenciar porque si nosotros somos dirigentes scout y le planteamos a los chicos que eso es diferente vamos a tener por lo menos dos generaciones más de adultos que van a estar marcándole las diferencias a la gente. El sábado es la marcha del orgullo gay, yo no la comparto, porque considero que no tengo que estar orgulloso de algo que es parte de mi y no me hace diferente, Freud decía que toda actividad sexual que este fuera de la intención de la reproducción y sea en busca de placer es una desviación, por ende ser heterosexual, homosexual o lesbiana es una desviación. El sábado es la marcha y habrá scouts colaborando y lo celebro, me pregunto cuántos lo harán a las escondidas. Lo único que quiero decir, antes de empezar a comentar y restregar su moral y buenas costumbres, me gustaría recordarles que al igual de bajo que algunos consideran la homosexualidad es pegarle a tu mujer, cagarla con otro tipo, casarse con un tipo por guita, quedarse con el por el hecho de que te mantienen. No critico, ni juzgo, solo llamo a la reflexión, no me interesa ser polémico ni que se me tilde de quilombero por contar esto, que seguramente es lo que sucederá, voy a ser el forro que boqueo, que hablo de mas, que dijo eso que no se tenia que decir, que la gente no quiere escuchar pero simplemente son cosas que pasan y que uno debe tener en cuenta, interiorizar y pensarlas. Quien quiera reflexionar que reflexione, yo hace mas de 6 meses que deje de ser, por varios motivos un miembro activo, pero scout seré siempre, lo compartan o no. Porque acá lo que importa no es lo que piensen de mi sino el mensaje que se transmite.

viernes, 8 de agosto de 2014

Me sorprende un poco esa curiosa atribución que se toman algunos de andar por la vida señalando a los otros como buenos, malos, justo, injustos, responsables o irresponsables. Esa atribución tan egoísta y poco contemplativa de la realidad, que, por lo general suele provenir de gente que se jacta de ser objetiva en sus vínculos y en los roles que desempeña en las diferentes actividades. Con todo esto me quiero preguntar ¿Quién tiene razón? ¿Es justo señalar al otro y darle una valoración negativa? En un primer lugar como estudiante de psicología me planteo que la razón es un concepto abstracto y poco claro en las razones humanas, es una construcción arbitraria. Con respecto a si alguien tiene derecho a señalar, mira, me parece que no, que es cualquiera, egoísta e infantil. Señalar al otro, complotar en su contra, ponerlo en el paredón y acusarlo de lo que sea me resulta una actitud poco inteligente y poco adulta, uno al señalar lo hace desde la vara de sus valores, principios o lo que sea que fuese que lo hace movilizarse, eso, te cuento es algo subjetivo porque capaz tenes que pensar que mis valores no son los tuyos y que no sean los tuyos no implica que sean malos. Pero la gente es así. Egoísta, mala y envidiosa. A todos nos gusta andar por la vida señalando y cuestionando los valores, los principios y las responsabilidades del otro, nos gusta criticar, juzgar y cuestionar porque si, porque se nos canta. Eso es normal, pero desde mi humilde opinión me parece que es una actitud pésima y cobarde cuando tu deber es enseñar valores, crees en ellos y los fomentas. Entonces, si vos te pones a señalar a la gente a cuestionar, a valorarla negativamente y a destrozar su imagen en público. ¿Qué valores positivos estas fomentando? ¿Cómo pregonas con el ejemplo? Hay maneras y maneras de plantear las cosas, de ver un conflicto y de buscarle solución, pero, desde mi punto de vista, desde mis valores y desde donde yo creo juzgar está mal, no suma, desalienta y no es lo que me gusta andar dejando por la vida. Porque si juzgas es porque algo pones en juego, algo tenes miedo de perder, o peor aún, de mostrar. Soy de la idea de que cuando te pasa algo tenes dos opciones, o te quejas, o aprendes. Que se yo, son cosas que pienso.

miércoles, 4 de junio de 2014

Hay gente que se quiere sin quererse, que se quiere queriendo a otros, queriéndose en lugares raros, en momentos distintos, en miedos ajenos. Hay gente que quiere sin saber, que sabe queriendo, que quiere tanto que incomoda, porque el problema está en esa necesidad de querer saber cómo se quiere, de establecer una norma de cómo deben ser las cosas, de cómo se debe querer y como se tiene que ser querido. Porque quererse según se entiende en la cultura occidental es darse mimos, cuidarse, abrazarse, decirse y justificar. Todo tiene que ser claro, concreto, sencillo. El problema esta cuando querer se vuelve distinto, se vuelve una de esas películas francesas que alguna vez enganchaste en el cable un domingo que llovía, no la entendiste, pero te gusto, te despertó algo, te hizo ruido. Y eso es querer, hacer ruido. Resonar, sentir, ir a lugares donde nunca fuiste, capaz sin moverte de tu casa, sin salir de vos, sin que lo sepa el otro, pero en el fondo sabes que lo sabe, lo siente y no lo dice, porque capaz tiene miedo, o no, o simplemente no lo entiende y ahí tiene miedo otra vez porque la gente a lo que no entiende le teme, le huye. Tener miedo a querer no es más que tenerse miedo a uno mismo, porque pese a que Disney, la sociedad, mamá, papá o el cura nos digan que querer sana a veces no sana tanto y duele más de lo que cicatriza. Y está bien, porque querer no es más que eso, ser, dejarse llevar, no entender, equivocarse y no arrepentirse, porque si al final no resulta, por lo menos terminas aprendiendo. Hay gente que se quiere sin quererse, el mundo capaz que no se entere o no se quiera enterar, el mundo capaz no lo sepa, pero ellos sí y con eso alcanza.

miércoles, 21 de mayo de 2014

La gente a veces no se da cuenta de la marca que va dejando, uno mismo no se da cuenta de este mismo acto, pero, si te pones a pensar no somos más que un montón de otros, un rejunte de retazos de personas que en mayor o menor medida algo nos dejo. Hay gente que pasa por tu vida cinco minutos y te cambia para siempre, hay gente que te hace, te deshace y te vuelve a hacer, hay gente que te deja pensando, te hace llorar, te hace feliz, te hace distinto. La gente a veces (o casi siempre) no se da cuenta de los pedazos de si mismo que va dejando en el otro, de todo lo que queda de si en un abrazo, de cómo las palabras se calan en la piel y no se van mas. A veces pensamos que pasamos inadvertidos que no somos trascendentes, a veces con cinco minutos o con mucho menos cambiamos a alguien para siempre. Ahí quizás, en esos retazos es en donde nace el amor, ahí donde ya dejas de mirar lo que el otro parece para empezar a ver lo que es, donde no te importa el cuerpo sino las sensaciones, el alma, la esencia. Ahí, donde no somos, donde no nos hacen, ahí queremos. A veces es cuestión de dejar de ser un simple transeúnte y quedarse donde queremos ser, porque vivir constan nada más que eso, de dejarse ser, de fluir, de aceptar.

lunes, 19 de mayo de 2014

Más de una vez me he tenido que enfrentar a esa situación en la que te preguntan “¿Qué es ser scout?” Más de una vez he dado vueltas en la respuesta, en algunas otras me limite a dar la respuesta básica del dirigente “Formamos personas en valores” y en otras realmente me dan ganas de decirles, - La pregunta no es “¿Qué es ser scout?” la pregunta es “¿Qué se siente ser scout?”. Ser o estar. Ese gran dilema que aun los humanos no sabemos responder. Soy scout desde los 14 años, entre en el movimiento, mira hace cuanto que fue, por una chica que me gustaba. Entre de paracaidista, pensé que, como en toda actividad que emprendía iba a durar dos meses y me iba a aburrir. Empecé en los caminantes, la rama de los adolescentes, la de la búsqueda, el lugar en el que tenes todo el derecho del mundo a no saber, a preguntar y cuestionarte. Empecé a hacer amigos, pero no de esos amigos del secundario que te duran un rato, una etapa, amigos posta que te los llevas hasta la tumba. Pase campamentos, noches de frio, fogones, momentos inolvidables de esos que te erizan la piel, que no te olvidas nunca. Conocí gente con la que llore de tristeza y de alegría, con la que descubrí sensaciones nuevas, abrazos inolvidables, caricias y miradas cómplices que no había compartido antes con nadie más. Hoy tengo 27 años y un montón de amigos por todos lados, un montón de abrazos y recuerdos guardados en cajas, en rincones de la mente y en el corazón. Un montón de fogones que me hicieron llorar, momentos en los que me senté en la oscuridad, iluminado por un simple fuego a decirle a alguien que no soportaba mas estar peleado con esa persona porque no podía mas de quererlo, o quererla, no importa el sexo porque en ese lugar aprendí a querer a las personas por lo que son mas allá de la piel, porque extrañamente ese contexto te deja ver en el corazón de las personas. Pasar un campamento de diez días con un montón de gente saca lo peor y lo mejor de las personas, te moviliza, te cambia, no lo puedo explicar. Lo tenes que vivir. Hoy tengo 27 años y sigo acá, siendo scout, por más de que me digan que ya estoy grande para eso todos los días descubro algo nuevo, me movilizo desde distintos lugares porque me hacen mejor persona. Sin ir más lejos este fin de semana tuve mi último modulo para formarme como Maestro Scout (si, cuando sos adulto te formas para estar educando a los hijos de los otros) el M2, liderazgo. Para mí fue el modulo mas movilizante que tuve, no solo porque fue el último, sino por todo lo que viví, ahí conocí a otro scout, un poco más grande que yo y la química fue instantánea, hacíamos los mismos chistes, nos entendíamos con la mirada, nos queríamos sin conocernos. El primer día fue simplemente reírnos juntos, el ultimo ya era usar el hombro del otro como almohada porque estabas cansado, porque tenias sueño, Y eso es algo simbólico en cualquier lugar del mundo, no te apoyas en cualquiera, te apoyas en alguien en quien confías, en quien queres. Y eso, a mi entender es un poco ser scout, aprender a confiar, a querer. Cuando entre a los scout, a los 14 años, pensé que iba a durar 2 meses. Hoy tengo 27. Pasaron 13. Cuando tenía 14 años, soñé con ser Maestro scout. Hoy lo soy, pero más allá de eso puedo decir que soy mejor persona, porque tuve la suerte de que tuve más de un hombro en el que apoyar la cabeza cuando estaba cansado, porque más de una vez me pidieron el hombro para poder descansar.

jueves, 15 de mayo de 2014

Recuerdo que hace un tiempo, cuando tenía 24 años decidí contarle a mi mama que soy gay. Fueron aproximadamente tres sesiones de terapia las que me llevo tomar la determinación, aquel día llore mucho en el diván, imagine como seria la situación, que le diría, como. Fue uno de los viajes más eternos que hice en el San Martin, temblaba, sudaba, sentía angustia, indecisión, nervios. Ese día mamá cocino arroz con pollo, estaban en la mesa ella y su pareja de aquel entonces. Trate de tragar y no pude, me costaba y decidí que ese era el momento exacto, el único, no había otro. Tome coraje y trate de decírselo con cierto humor porque bueno, básicamente es de alguna manera mi modo de decir las cosas. Mientras las palabras salían de mi boca sentía que no podía mantenerme en pie, que sudaba como si hubiese corrido 20 kilómetros a pique, la voz me temblaba, las manos, todo. Entonces mamá me dijo “Ya lo sabía, ¿Y?, ¿Qué queres comer mañana?”. Ese día Salí del closet. No cambio nada. Mi vida siguió siendo la misma, solo con el detalle de que en vez de querer estar con mujeres, quería estar con hombres. Y acá es donde me pregunto, ¿Salí del closet? ¿Qué carajo es salir del closet? Paso un tiempo y mucha agua bajo el puente, experiencias, personas, relaciones. Y me seguí preguntando ¿Qué es salir del closet? Particularmente considero que no puedo dar ni ser ningún punto de referencia pero si puedo considerarme un experimentador, experimentador como somos todos, que vivimos experimentando. No sé si todos aprendemos de lo que vivimos pero me gusta creer que la gran mayoría sí. Salir del closet con el tiempo empecé a entenderlo como un concepto más abstracto de lo que es, más profundo y por sobre todo más universal. Quizás salir del closet tiene que ver con salir de uno mismo, o mejor aún, entrar y volver a salir, ¿Viste esa frase que dice “El que prueba no vuelve”? Bueno, para mí tiene que ver con entrar en uno y animarse a salir, cada uno es su propio closet, su propio lugar al que tiene que volver siempre para encontrarse, para saberse, para entenderse y animarse. Introspectiva le llaman algunos, a mi me gusta más la perspectiva romántica. Me pongo a pensar en el concepto y reflexiono, ¿Quién no tuvo miedo a enamorarse? ¿A quién no se le complico una relación? ¿Quién no tuvo miedo de decirle al mundo lo que le pasa, lo que siente? ¿Quién no se animo alguna vez a no jugarse por lo que quiere o que siente? ¿Quién alguna vez no fue? Creo que en algún punto salir del closet tiene que ver con animarse a ser, a sentir y jugarse, a no dejarse ganar por las imposturas sociales, a no dejarse comer por el personaje. Todos en algún punto, en algún lugar tenemos que salir de algún closet, horno, placard, llamalo como quieras, porque al fin y al cabo cada uno es un mundo, es, fue y será único.