domingo, 18 de septiembre de 2011

Un día se te secan las lagrimas y dejas de llorar, le perdes el miedo a la muerte y gana en respeto la vida. Eso se debe a las trabas del camino, esas trabas que uno tiene que aprender a sortear y darle el lugar que se merecen, no poniéndolas en una cajita y llamándolas miedos sino, cargarlas en una mochila y llamarlas experiencias. El otro día me hicieron Reiki y me dijeron que el dolor que llevo en la espalda son presiones, cosas que cargue con el tiempo y que me va a costar soltar.
Reconozco que todo eso es cierto, pero lo que no le puedo hacer entender a la gente que las cosas que me pasaron no las llevo como pesares si no como experiencias, cosas de las que aprendí, cosas que voy a tratar de no hacer. Debo decir que con apenas 24 años viví mucho, mucho más de lo que algunas personas podrían llegar a tolerar y ante las que flaquearían ante el primer golpe.
Todo esto me volvió duro, una piedra que para hacerla sentir algo, moverle una emoción tenes que saber tocar ese talón de Aquiles tan difícil de encontrar.
Hoy no le tengo miedo a la muerte, mucho menos a la vida, no lloro pero debes en cuando no me vendría mal largar una lágrima al mar…