domingo, 17 de marzo de 2013

A veces cuando se sabe mirar se encuentran aquellas pequeñas cosas que nos hacen felices pérdidas dentro de un montón de maravillas. Es un instante único que lleva su tiempo, angustia pero por sobre todo ganas, ganas de animarse a perder, a mostrarse débil, vulnerable y solo, es cuestión de esperar, de saber que detrás de todo aquello que nos obnubila esta lo que realmente nos hace felices. En filosofía la felicidad es algo universal, aquello que nos hace felices es lo que nos gusta, y aquello que nos gusta suele encontrarse en las pequeñas cosas, la pregunta es ¿Cómo nos animamos a fijarnos en lo que nos gusta si la cotidianeidad nos lleva a detenernos en lo universal? Quizá sea que el placer a veces ciega, pero el placer no es amor sino la necesidad de cubrir circunstancias, porque seamos realistas, con el placer no alcanza. Pero siempre con el tiempo el placer se agarra de la mano de esas pequeñas cosas que no miramos y están ahí, atentas, esperando a ser vistas pero nadie las vez porque las grandes maravillas las tapan, no las dejan brillar, pero pese a todo brillan con todo su esplendor, con toda su luz porque están seguras de que, algún día, alguien las va a mirar, mientras tanto esperan.