miércoles, 25 de enero de 2012

Qué lindo vivir en una ciudad donde al decir: rama, caminante, rover, diri, jambo, manada, akelas, cayado, insignia, permiso siempre listo, buen día, gracias, módulo, pipo... todos nos entendemos. Qué lindo vivir en una ciudad donde al levantar tu mano derecha con el saludo scout: el silencio se hace presente. Qué lindo vivir en una ciudad donde saludás a quien nunca viste, bailás junto a quien no conocés. Qué lindo vivir en una ciudad donde comenzás a hablar amistosamente con todos y luego de una hora de charla te das cuenta que no sabés el nombre y recién ahí te presentás, pero lo olvidás fácil e igualmente al rato vuelven a buscarse para seguir compartiendo. Qué lindo vivir en una ciudad donde los pañuelos con cintas de colores son la atracción y si encontrás uno igual al tuyo te ponés contento y querés saber de su historia. Qué lindo vivir en una ciudad donde el corte de luz provoca silencio y cuando vuelve son aplausos y alegrías. En una ciudad donde caminás sin saber los nombres de las calles y solo te ubicás por alguna portada o el nombre de un grupo que ya es amigo tuyo. Qué lindo vivir en una ciudad donde la palabra “grupo” es sinónimo de familia, donde los diris sin como tus viejos y el resto tus hermanos. Dónde pedís permiso para ir a visitar a alguien y cumplís el horario que te asignaron. Qué lindo vivir en una ciudad donde dejás de caminar para respetar a la rama que viene formada y no rompes esa formación, porque el respeto está ante todo. Qué linda una ciudad donde ayudás al que viene cargado para compartir el peso. Qué lindo mirar para atrás y ver gente vestida igual que vos, embarrada como vos, saltando como vos y disfrutando lo mismo que vos. Qué lindo es quejarse todos por las duchas pero esperar esos cinco minutos de agua helada para bañarte. Qué lindo es llenarte de recuerdos y saber que somos miles de scouts a lo largo y ancho del país, a lo largo y ancho del mundo. Que no importa el color del uniforme, eso es un tema que dispara la charla y te da pie para hacer amistades, una ciudad donde vas caminando y ya conoces a todos como si fuese de toda la vida. Donde no hay edades para disfrutar y para reafirmar que alguna vez elegimos ingresar a un grupo y lo haríamos mil veces más, porque tenemos leyes, principios, virtudes, porque tenemos amigos, historia, vida de grupo,. Porque sabemos compartir, respetar al mayor y defender al más chico. Porque somos una raza distinta, de la cual muchos somos parte! qué lindo es ser scouts y tener la posibilidad de compartir con hermanos de otros lugares la misma sintonía, la misma locura, la misma emoción, la misma vida. Qué lindo es ver a los vecinos e invitarlos a bailar, a reír a disfrutar. Qué lindo es compartir un mate sin saber si alguna vez lo volverás a hacer. Qué lindo permitirse cumplir años en un campamento y ser feliz con los simples regalos de la vida: el saludo del hermano, una torta improvisada, un feliz cumple que te cantan a cada rato, y los de al lado sin saber empiezan a cantarte también. Nosotros pudimos hacerlo, nosotros podemos hacerlo y transmitirlo en nuestras casas, nuestro barrio, nuestra gente.
No importa la edad, no importa el tiempo que uno le puede dedicar, no importa si es full time o de a poco. Importa saber lo que uno vive y siente cuando el juego empieza y las ganas de no querer que se termine jamás: bañarse en un carpon con una manguera y una olla, dejar el plato para lavar después, reírte cuando el vaso se llena de hormigas, buscar un poco de sombra para descansar un rato y sentir las moscas y hormigas que te buscan y sólo las espantás moviendo las piernas; pero seguís durmiendo, sentir calor y olor en la carpa; pero saber que es tu lugar de descanso y dormís igual, que se te quede el micro y buscar la forma de pasar el rato con tus amigos. Despertarte a las siete de la mañana, esperar el mate cocido, untar dos panes con dulce y comenzar a vivir un día único. Estar todos tirados diciendo a cada rato: que calor, que humedad, se viene la lluvia y repetirlo mil veces. Qué lindo es disfrutar todo esto. Es la única forma que tenemos para intentar transmitir lo que hace un scout. Un scout hace esto: es feliz con lo que tiene, se enoja, lo reprocha por momentos, pero lo acepta y trata de ser feliz con poco. Nosotros lo vivimos, lo hicimos posible y estamos muy felices por ello. Gracias caminantes y rover por el hermoso campamento que nos hicieron disfrutar: nos reímos hasta doler la panza, nos respetaron, nos cuidaron, nos hacen grandes al verlos crecer y saber que hay un gran trabajo realizado. Sigan creciendo y apostando a este gran juego, cuiden siempre a sus hermanos menores que los ven como ejemplo y buscan llegar a su lugar, sean reflejo de lo que el grupo trata de dejarles en cada momento. Gracias por las gracias que nos han dado en cada momento y acepten nuestras gracias por lo vivido.
EL QUE NO SALTA NO ES SCOUT. NO DEJEMOS DE SALTAR, AÚN CUANDO NUESTRO UNIFORME QUEDE GUARDADO EN EL ROPERO. LOS QUEREMOS MUCHO! SUS DIRIS