Cuando escribía en “El rincón del gato” usaba botas, esto me resultaba incomodo.
Me apretaban los talones, a veces me costaba caminar y, desde un lugar más superficial me resultaba un poco anticuado. Por eso decidí comprarme un par de zapatillas, tenia que modernizarme y darle un poco de libertad a mis pies.
Me fui a un Shopping y lo que vi me dejo anonadado. La gente corría comprando sin saber que, parecía que todos competían para ver quien cargaba mas bolsas, no estaban allí por placer, solo compraban, compraban por comprar.
El tumulto me estaba exasperando y entre en el primer local de calzados que encontré.
Maldije cuando me di cuenta que ese lugar estaba atendido por ratones.
Con un notable miedo y el temblequeo de sus patas delanteras uno de ellos me atendió, yo con mi cara de pocos amigos (ya que detesto los ratones, me caen muy mal) lo mire fijamente como diciendo “ándate rápido si no queres que te coma”… pero no lo hizo y yo no me lo comí.
Ese ratón era distinto al resto, lo cual me llamaba mucho la atención.
Me recomendó que me llevase unas Converse Rojas, las cuales no solo me quedarían bien sino que, me darían la libertad que estaba buscando…
Al momento de calzármelas note que ese ratón tan particular tenia razón, me sentía libre, liviano, podía correr, saltar, hasta pensar mejor… le agradecí por su asesoramiento y me retire… me fui pensando en ese ratón, en ese ratón que sabia, no seria la ultima vez que volvería a ver.
Hoy ya no uso botas, uso zapatillas, y puedo ver el mundo desde otro lugar, mas cómodo, relajado, pero por sobre todas las cosas, libre y liviano.