lunes, 12 de enero de 2015

A veces me pregunto cómo sería el mundo sin el miedo, sin esa dulce, extraña y necesaria sensación de estar asustado, de no saber donde estas parado, de no saber cómo actuar, de no saber cómo seguir, esa extraña sensación que, pese a ser horrible la buscamos, la afrontamos y en cierto punto empezamos a disfrutarla. Porque en algún momento todos tuvimos miedo, miedo del que dirán, del que va a pasar, de cuáles serán las consecuencias. Todos algunas estuvimos parados en una esquina esperando a alguien que conocemos o creemos conocer, estamos ahí parados sin certezas y con miedos, porque los necesitamos porque es necesario tener algo para sostenernos, algo que nos asuste. Muchas formas toma el miedo, pero creo que en gran medida la forma que nos aterra más es aquella que nos hace vulnerables, que nos transparenta que nos hace ver tal cual somos y todos los posibles lugares donde de verdad nos pueden herir. Justamente ese miedo no es uno que aparezca de la nada, que se nos presente en un sueño como Freddy Krueguer, que nos da un hachazo en un lago como si fuera Jason, no, es un miedo que elegimos y dejamos pasar porque sin el seria todo muy aburrido, todo muy monótono y al final Huxley tendría razón. El miedo es un montón de cosas, a veces el miedo no asusta, y creo yo que el mayor miedo que hay que tener es a aquellas personas que sacan lo mejor de nosotros, total de eje te saca cualquiera.

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