Madurar es aceptar que uno es el monstruo y persona es quien está debajo de la cama, porque al fin y al cabo somos eso, monstruos que a lo largo del tiempo se fueron domesticando, somos heridas que el tiempo le hizo a nuestra esencia que nunca nos deja conformes, que nunca se logra encontrar.
Porque si no fuésemos monstruos no tendríamos ese instinto salvaje que a veces nos domina, nos deja libres y querer ser un poco más nosotros, ese a veces, ese momento que algunos se dejan vivir y algunos no es lo que nos define, es lo que nos deja ver quiénes somos. Ser un monstruo no es sinónimo de cosas malas, ser un monstruo es ser la diferencia de todo, de todo aquello que no elegimos ser sino que simplemente fuimos.
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